Conocí a alguien que hacía todo bien. No es chiste. TODO. BIEN.

El trabajo: muy impecable. Siempre a tiempo, informes perfectos, ideas brillantes, buena onda, con carisma, buena onda… muy profesional.

Las amistades: muy disponible, una persona divertida, esa que siempre saluda en los cumpleaños, organiza las mejores juntas, está en todas, hasta en funerales.

En el amor: muy equilibrada. Una persona atenta pero no invasiva, independiente pero no distante, sexy pero con un lado espiritual. Todo perfecto…

Con la familia: un sol. Una persona ejemplar, de esos familiares que no dan vergüenza… apañadora, funcional, amorosa, mediadora, era buena hasta para llevar el pan.

Y claro, todo el mundo adoraba a esta persona… Era un unicornio.

Hasta que un día… se cayó. No frente a todos, por supuesto. Colapsó en silencio… Sin llantos, sin drama, ni salidas de madre… Solo que esta persona se gastó por dentro… Se apagó.

Porque la perfección es el verdadero infierno: no tienes derecho a fallar… No puedes decir “no sé”, “no quiero”, “no alcanzo a llegar”, “no me da la cabeza hoy”. Porque si lo dices, decepcionas. Desentonas. Rompes el hechizo.

Cuando supe de este cambio, entendí que hay un tipo de soledad que nadie ve: la de las personas que funcionan tan bien que dejan de ser personas. Siempre correctas. Siempre perfectas.

Comprendí que la perfección es una jaula con ventanas limpias. Se ve todo, pero no se puede salir.

Si conoces a alguien que siempre lo hace todo bien… sospecha. No porque te esté mintiendo, sino porque probablemente se esté traicionando sin saberlo. Y si ese alguien eres tú: deja de sostener el mundo un rato.. Que se caiga lo que se tenga que caer.

Y tal vez, ahí, entre los escombros de la perfección, encuentras algo más honesto: tú mismo/a, respirando, por fin, sin esfuerzo.


Descubre más desde Ratón Colilargo

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.


Deja un comentario

Descubre más desde Ratón Colilargo

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo